"Cristo" - "Cristianos": nombres sin igual
Poderoso y sin igual es el nombre "Cristo". "Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12).
Glorioso, único y totalmente apropiado es el nombre "cristiano". "A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía". (Hechos 11:26). "Cristianos", se fija, amado (a) lector (a)? Ni más; ni menos. "Cristianos", sin añadiduras, calificativos adicionales, adjetivos, apellidos o apodos humanos. Según la profecía de Isaías 62:2, este "nombre nuevo" fue dado por Dios mismo a los seguidores de su amado Hijo: "Te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará". Ya que el "nombre nuevo" tiene tanta importancia que Jehová mismo lo nombra, ¿cómo catalogar a quienes descartan este tema como insignificante?
"Si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello" (1 Pedro 4:16). ¿Cómo qué? "Como cristiano." ¿Es usted seguidor de Cristo? ¿Cuántas cosas ha padecido usted por la fe que tiene en el Señor? Las soporta y sobrelleva "como cristiano"? ¿0 acaso se identifica, aun en medio de sus pruebas, sufrimientos o persecuciones, con un nombre religioso que no sea sencillamente "cristiano"? ¿O un nombre adicional al de "cristiano"?
La "nueva criatura" toma nombre del ser que lo engendró, y no de otro.
"Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra" (Efesios 3:14-15). ¿De quién toma nombre "toda familia en los cielos y en la tierra"? ¡Toda la familia espiritual de Dios, tanto en el cielo como en la tierra, toma nombre de Jesucristo! Él es "cabeza" de la "familia" de Dios (Efesios 5:23), y lógicamente la "familia" debe llevar su nombre, el nombre "cristiano", y no el de algún personaje destacado en la tierra o el de alguna teología? ¡Claro que no! Quienquiera que lea este texto con entendimiento espiritual ha de concluir que lo correcto, lo bíblico, es que todos los seguidores legítimos de Dios debemos llevar solo el nombre de su amado Hijo, Cristo. Por consiguiente, quien toma algún nombre religioso diferente, o una combinación de nombres, da a entender, aunque lo negare, que pertenece a una familia espiritual distinta a la de Dios, y si no es distinta, entonces ¿cómo explicar su nombre o nombres distintos? A los miembros de la familia de Dios no se les asignan nombres y apellidos, o apodos, múltiples y diferentes sino un solo nombre.
"Cristiano" no es apellido al cual pudiéramos añadir, con aprobación divina, cualquier "nombre espiritual" que quisiéramos, como, por ejemplo, "Evangélico Cristiano", "Protestante Cristiano", "Católico Cristiano", "Pentecostal Cristiano" o "Bautista Cristiano".
Ni tampoco es "nombre común espiritual" al cual pudiéramos añadir, con aprobación divina, cualquier "apellido espiritual", como, por ejemplo, "Cristiano Adventista", "Cristiano Mormón" o "Cristiano Testigo de Jehová". Los miembros de la familia de Cristo toman su nombre, el de Cristo, un solo nombre, el nombre "cristiano". La voluntad de Dios, expresada en Efesios 5:23, es que así sea. ¿Quién se opone? Todo aquel que tenga la temeridad de tomar otros nombres.
A la luz de estas enseñanzas inspiradas, ¿no es demasiado osado aquel que persiste en la práctica perniciosa de agregar nombres humanos al nombre divino? De los centenares, aun millares, de nombres que se escuchan en los campos del "cristianismo" moderno ¿cuál merece ser honrado como el de Cristo? ¿Cuál es digno de ser pronunciado juntamente con el nombre de Cristo, como si tuviera la misma importancia? ¿Cuál de ellos tiene igual majestad y poder? ¿Por qué vincular el glorioso nombre que recibimos del cielo con endebles nombres humanos que solo sirven para opacar el de Cristo? Apreciado lector, estas consideraciones descubren un agravio mayúsculo, una ofensa muy seria contra Cristo mismo, ¿no le parece? Un error regado y arraigado en casi todo el "cristianismo" del presente. ¿Qué se puede hacer para eliminarlo? Es evidente que Dios mismo da mucha importancia al asunto del "nombre" que su "familia" debe tener. Por consiguiente, de restarle importancia nosotros, y tenerlo como asunto insignificante, alegando que "los nombres no importan", tomaríamos una posición opuesta a la del Padre celestial. ¿Quién se atreve a oponerse a Dios?
Los corintios censurados por tomar otros nombres.
A propósito, ¿tiene usted conocimiento de lo que pasó en la iglesia establecida en la antigua ciudad de Corinto referente a esto de "nombres espirituales"? Comenzaron algunos creyentes a decir: "Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo"(1 Corintios 1:12). Y, ¿cómo reaccionó el apóstol Pablo? ¿Acaso respondiera él: "Ese asuntito no es de cuidado. Que cada cual se llame como quisiera. Los nombres no tienen importancia. Lo importante es que amemos los unos a los otros, y todos a Dios"? ¡Sucedió todo lo contrario! El Espíritu Santo condenó enérgicamente a los corintios, pronunciando juicio contra ellos mediante Pablo, quien escribió: "Sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales y andáis como hombres?"(1 Corintios 3:1-4).
Ahora bien, ¿son menos carnales los creyentes en Cristo del tiempo presente que pisan los talones de los corintios censurados, diciendo: "Yo soy de la iglesia del Hno. Fulano; Yo soy de la iglesia de la Hna. Mengano; Yo soy evangélico; Yo soy bautista; Yo soy adventista; Yo soy pentecostal; Yo soy católico romano"? ¿Son menos culpables de fomentar celos, contiendas y disensiones? Seamos honestos, realistas, objetivos: ¡el error, el pecado, de Corinto se ha multiplicado diez mil veces en el seno del "cristianismo actual"!
"Cristiano."Ningún otro nombre agrada a Dios. Por lo tanto, no nos conviene tomar algún nombre evangélico, protestante o romano sino solo el nombre "cristiano".
¿No basta el nombre "cristiano"?
"Cristianos pentecostales"; "Cristianos bautistas"; "Cristianos católicos romanos"; "Cristianos adventistas del séptimo día"; "Cristianos metodistas"; "Cristianos luteranos"; "Cristianos mormones"; "Cristianos presbiterianos"; "Cristianos carismáticos"; ad infinito. ¡Tantas clases de "cristianos"! La lista completa de los nombres diferentes suma miles. A menudo, se añaden nuevos, pues con frecuencia alarmante se forman nuevos grupos de creyentes, con nuevas doctrinas y nuevos nombres.
¿Por qué tantas clases de "cristianos", separados por sus distintivos peculiares? ¿Por qué no basta, por qué no satisface solo el nombre "cristiano"? ¿Por qué desplegar ante las multitudes de personas mundanas, paganas o incrédulas del mundo tantas "banderas sectarias", con los nombres distintos de infinidad de "partidos religiosos" que compiten entre sí mismos por las almas? Respetado (a) creyente en Cristo, cuando le preguntan: "¿A qué iglesia pertenece usted?", ¿cómo responde? Cada creyente suele responder de acuerdo con su afiliación religiosa: "Yo soy católico romano; Yo... pentecostal; Yo... bautista; Yo... metodista; Yo... wesleyana; Yo... alianza misionera". Orgullo sectario, celos, ofensas, contiendas, divisiones, fanatismo, deshonra, confusión, escepticismo y ateísmo figuran entre las obras de la carne que producen los nombres religiosos no encontrados en la Biblia. "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: ... enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias... os amonesto... que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios"(Gálatas 5:19-21) ¡Baste el nombre "cristiano"i ¿Amén? Añadiendo otro, sea cual sea, ¡deshonramos a Cristo!
Estimado (a) lector (a), si ha confesado usted el nombre de Cristo para salvación (Romanos 10:9-17), ¿no le parece lógico aceptar llamarse "cristiano", sin añadiduras? ¡Nombre ilustre y admirable que agrada a todos los que procuran la salvación eterna!Nombre que unifica y glorifica a todos los discípulos del Señor.
¿Le desagrada escuchar el vocablo "secta" o "sectario"? Entonces, ¡renuncie todo lo que tenga que ver con la creación, el desarrollo y el mantenimiento de "divisiones cristianas"!
¿Desea usted fortalecer y mantener una "división cristiana",apoyándola con todos sus recursos espirituales y materiales?
El creyente en Cristo que toma un nombre religioso humano particular se identifica con la "división cristiana" (secta, denominación) particular que se inventó el nombre. Al militar en ella, la fortalece como "división" (secta, denominación, partido religioso). ¿Es esto lo que usted quiere hacer con todo su corazón? ¿Con todos sus recursos espirituales y materiales? ¿Convertirse en partidario de un grupo o secta religiosa? ¿Apoyar al maligno espíritu divisionista? ¿0brar en contra de la voluntad de Cristo, expresada con celestial sencillez y elocuencia cuando oró en Getsemaní: "Para que sean uno (los creyentes)... perfectamente unidos... como tú, Padre, en mi, y yo en ti"? (Juan 17:20-23)? Seguramente, tendrá usted, de ser sincero y humilde, el propósito noble de proceder en su vida espiritual en armonía con la plegaria de Cristo por la unidad.
¿Tiene usted el deseo de pertenecer a Cristo, a su Reino, a su iglesia, sin participar en "divisiones" formadas por teólogos, predicadores, evangelistas, pastores o profetas que persiguieron, o persiguen en la actualidad, sus propias agendas religiosas? ¿Qué le impide realizar su deseo? ¿Por qué hacerse partícipe en pecados ajenos, por ejemplo, en el pecado de las "divisiones cristianas"? ¿Fundó usted mismo (a) la secta cristiana a la cual pertenece (asumiendo que pertenezca a una)? ¿Negativo? Pues, ¿con qué lógica o justificación se hace usted defensor (a) de una "división" que usted mismo (a) no creó? La realidad bíblica innegable es lo siguiente: usted puede ser cristiano (a) sin ser "cristiano (a) sectario (a)"!¡Puede pertenecer al Reino del Señor sin permanecer en "secta cristiana" alguna! Debe ser "cristiano (a)"; y no sectario (a), porque la división es una abominación delante de Jehová. "Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma... (entre ellas) "el que siembra discordia entre hermanos" (Proverbios 6:16-19).
Analogía del incomparable y universal "Reino Espiritual de Dios" y las "Repúblicas Cristianas Sectarias"
En los púlpitos del tiempo presente, el "Reino de Dios" no es tema tratado con frecuencia. Es más, no pocos predicadores, respaldados por infinidad de simpatizantes, censuran y aun ridiculizan a todo aquel que "predica iglesia", lo mismo que "predicar reino", instando a "predicar solo a Cristo", como si fuera posible predicar, bíblicamente, "a Cristo" sin mencionar jamás su iglesia (reino). Sin embargo, "el reino de Dios" figura entre los temas más importantes de Juan el Bautista, Cristo y los apóstoles.
(1) Juan el Bautista. "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 3:2).
(2) Jesucristo. "Desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él" (Lucas 16:16). "El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo" (Mateo 13:24). "Mi reino no es de este mundo" (Juan 18:36). Léase los cuatro evangelios, apuntando cada referencia que Cristo hace al "reino", cada vez que "reino" es céntrico en su mensaje. No cabe duda: "el reino de Dios" figura entre los tres o cuatro temas de más importancia en el evangelio de Cristo.
(3) Después de la ascensión del Señor, los apóstoles siguen dando la misma importancia al "Reino de Dios". "Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro" (Hechos 20:25). "Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas" (Hechos 28:23).
Curiosamente, muchos predicadores del presente son capaces de hablar todo el día a los inconversos sin mencionar el reino de Dios siquiera una vez. Hay por qué cuestionar su entendimiento del enfoque primordial que Dios mismo da a su propia obra entre los seres humanos. ¿No existen, desde tiempos remotos, reinos terrenales? ¿No ha establecido Satanás en la tierra su propio reino "de las tinieblas" (Colosenses 1:13)? Pues, Dios también determinó levantar "en los días" del Imperio Romano "un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo... (sino que) permanecerá para siempre" (Daniel 2:44), profecía cumplida en todo detalle cuando "el reino de Dios"vino "con poder" (Marcos 9:1; Hechos 1:4-8) en el día de Pentecostés (Hechos 2).
Los fieles y santos en Cristo heredan "el reino de Dios" (Gálatas 5:21), es decir, ciudadanía permanente e irrevocable en el "reino celestial". Pero, para que lo hereden es preciso que entren y permanezcan en el reino espiritual durante su vida en la tierra. El que nace de agua y del Espíritu entra en el reino de Dios (Juan 3:1-8). Se nace de agua y del Espíritu en la tierra antes de morir, y no en el cielo después de morir. Por lo tanto, el reino de Dios existe en la tierra durante al Era Cristiana cuando las condiciones para obtener ciudadanía en él están vigentes. Esta verdad acerca del "reino de Dios" es paralela a la de la salvación. El que obedece al evangelio tiene salvación en esta vida, pero no será "salvo eternamente" hasta no recibir la corona de inmortalidad (1 Pedro 1:5; Hebreos 5:9; 9:12).
Estimado (a) estudiante del mensaje divino, este servidor también predica, declara y testifica "el reino de Dios", persuadiendo "acerca de Jesús".
(A) Que Jesucristo fue "exaltado por la diestra de Dios... para que se sentase en su trono" (Hechos 2:30-33). Que, en la actualidad, Cristo tiene corona y cetro (Hebreos 1:5-9) y reina sobre su propio reino, el cual "no es de este mundo... no es de aquí", siendo un reino espiritual (Juan 18:36), y que "preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte" (1 Corintios 15:25-26). "Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre" (1 Corintios 15:24).
(B) Que las condiciones o requisitos para ver este reino de Dios y ser trasladado a él son (1) nacer del agua (bautizarse, sumergirse en el agua "para perdón de los pecados")" y (2) nacer del Espíritu, pues "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:3-8).
(C) Que todo aquel que nace del agua y del Espíritu es "librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino" (Colosenses 1:13), donde sirve, como súbdito fiel, al Rey Cristo, disfrutando de los beneficios que atañen a su "ciudadanía" que "está en los cielos" (Filipenses 3:20), agradecido por haber recibido "un reino inconmovible" (Hebreos 12:28).
(D) Que este "reino de Dios" es uno solo, indivisible y universal, pues "todo reino dividido contra sí mismo, es asolado" (Mateo 12:25). Que, por lo tanto, el "reino de Dios" no está dividido en provincias, estados o repúblicas espirituales sino que es íntegro, completo y unido en todo aspecto. (E) Que todos los ciudadanos leales de este "reino de Dios" honran a su Rey, llamándose "cristianos", no tomando otros nombres.
Amado, amada, si usted no cree en el "reino de Dios" como un organismo espiritual que existe en la tierra en la actualidad (De hecho, no lo cree gran número de evangélicos, pentecostales y protestantes.), o si no lleva solo el nombre "cristiano (a)", no es probable, se lo indicamos con temor y reverencia, que usted sea contado (a) entre los ciudadanos espirituales del reino espiritual de Cristo y de Dios. Más probable es que sea ciudadano (a) de alguna" República Cristiana Sectaria", y no del glorioso "reino inconmovible", sólido, sin divisiones, gobernado por el Rey Jesús, quien impone en todo su reino "una sola regla" (Filipenses 3:16), el Nuevo Pacto sellado con su sangre (Mateo 26:26), el cual "una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade" (Gálatas 3:15).
"República Cristiana" es toda aquella entidad religiosa cristiana establecida por teólogos, predicadores, profetas, profetizas, pastores, pastoras o evangelistas que imponen su propia interpretación privada de las Escrituras, su propia organización y agenda, inventándose nombres particulares para separarse los unos de los otros. Estas "Repúblicas" existen más allá de las fronteras del verdadero y único "reino de Dios". Cada una define su relación al Rey Cristo de acuerdo con su teología de "iglesia" o "reino".Todas pretenden pertenecer a Cristo y agradar a Dios. Pero, la gran realidad innegable e insuperable es que Dios y Cristo aborrecen las "divisiones cristianas" creadas por mujeres y hombres protagonistas del fraccionamiento del cristianismo y defensores de "la multiplicidad de credos e iglesias". Por lo tanto, no es correcto representar estas "Repúblicas" como dentro del "reino de Dios".
El majestuoso "reino de Dios" universal no es como el antiguo Imperio Romano o el recién caído Unión Soviética de Estados Socialistas, ambos compuestos de varios estados, naciones o pueblos diferentes amalgamados a la fuerza en "Imperio" o "Unión". Los partidarios del "ecumenismo cristiano" se empeñan en forjar un "imperio espiritual unido" mediante persuadir a las "Repúblicas Cristianas" a unirse, pero tal "unión", de lograrse, sería superficial, no duradera, siempre amenazada por los intereses divergentes de cada "República".
Tampoco es representado el verdadero "reino de Dios", en Daniel, el capítulo dos, por los dos pies y los diez dedos separados, compuestos de "hierro mezclado con barro cocido", condición que simboliza un "reino... en parte fuerte, y en parte frágil" (Daniel 2:41-42), sino por "una piedra... cortada, no con mano... del monte", una sola piedra íntegra, sólida, inquebrantable, que desmenuza "el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro", permaneciendo "para siempre" (Daniel 2:34, 44-45). ¿No son las "Repúblicas Cristianas" como "el hierro mezclado con barro"? Algunas se mezclan un poco "por medio de alianzas humanas (el ecumenismo); pero no se unirán el uno con el otro" nunca, completamente (adaptando nosotros el lenguaje retórico de Daniel a las iglesias y los movimientos "cristianos" que integran el "denominacionalismo").
¿Se encuentra usted en el verdadero "reino de Dios" o en una de las muchas "Repúblicas Cristianas"? Es fácil verificar su ubicación espiritual, su lealtad espiritual. Si se identifica usted espiritualmente con algún distintivo que no sea totalmente bíblico, tiene por qué preocuparse, pues es evidencia casi indisputable de pertenecer usted a una mera "República", no habiendo llegado aún al verdadero "reino de Dios". ¿Se quedará en su "República", defendiendo, orgullosa y tenazmente, su nombre particular, su bandera y su constitución (credo) humana? ¿O se levantará y se marchará hasta cruzar fronteras y entrar, por fin, en el verdadero y único "reino de Dios"?
Lamentablemente, la mayoría abrumadora de creyentes en Cristo se encuentra en las "Repúblicas Cristianas Sectarias". Muchas de estas "Repúblicas" tienen carácter "imperialista espiritual", agresivamente conquistando almas y expandiendo su dominio al máximo. Casi toda alma capturada por una "República" de estas, una vez indoctrinada y acondicionada, se vuelve súbdito fiel y defensor ardiente de su "nueva patria espiritual", convencida de haberse acercado lo más posible a Dios. Debido a las lagunas en su conocimiento de toda la "sana doctrina" de Cristo, no se percata de que aún no llega ni siquiera a la frontera del verdadero "reino de Dios". Pero, con orgullo sectario enarbola el estandarte de su "República Cristiana", con su nombre particular grabado en letras grandes, y marcha en las filas como buen soldado y leal de su "República", defendiendo y proclamando su "Magna Carta de Declaraciones y Reglamentos" (el credo de su secta) como si fuera la mejor y la única. Las marchas evangelísticas, los proyectos benévolos, las actividades sociales, el adoctrinamiento continuo, el orgullo y el celo inculcados, constituyen, efectivamente, espesas neblinas que ocultan de la vista del súbdito sectario el hermoso y puro "reino de Dios" verdadero que existe más allá de los confines de las "Repúblicas Cristianas". No lo verá nunca de no traspasar las neblinas, saliendo al otro lado para contemplar con visión clara la verdadera "patria espiritual de Dios", o sea, el "reino de Dios", que, en la tierra, es la iglesia de Jesucristo.
Con el propósito de ilustrar y aclarar, no teniendo nunca el ánimo de lastimar sensibilidades, identificamos, a continuación, cuatro "Repúblicas Cristianas", escogiéndolas de entre un sin número. Si encuentra entre las cuatro el nombre de la suya, no se indigne al instante, rehusando seguir leyendo. Por favor, se lo rogamos encarecidamente, no permita que la simple mención del nombre, en el contexto de este estudio, produzca en su mente y espíritu una reacción negativa radical, pues tal reacción tiende a cegar, imposibilitando cualquier evaluación objetiva. De nuevo, nos inquieta la problemática de los "diferentes nombres espirituales", dificultando la comprensión de temas importantes. Seguramente, tenemos razón al afirmar que todos los nombres religiosos para el pueblo de Dios que no se encuentran en el Nuevo Testamento tienden a causar estrés entre los creyentes en Cristo, despertando prejuicios y celos. Sin fallar, identifican a grupos de creyentes que integran "Repúblicas Cristianas", partidos religiosos dentro de las "Repúblicas" o "Confederaciones de Repúblicas" que siguen evangelios diferentes y agendas que no armonizan con el Nuevo Testamento de Cristo. Podemos asentarlo como "regla". Considere imparcialmente.
"La Confederación de Repúblicas Pentecostales"
"¡Yo soy pentecostal!" Dicho con orgullo y pasión. ¿Asimismo se identificarán los pentecostales en el Juicio Final? "Señor, me conoces, ¿no? En la tierra yo era fiel pentecostal, y gané unas cuantas almas para la Iglesia Pentecostal. Hablaba lenguas y ayunaba a menudo, profetizando en tu nombre y reprendiendo a los demonios. Mi nombre está en el Libro de la Vida, ¿no?" ¿Acaso dijera Cristo: "Edificaré la Iglesia Pentecostal y mis seguidores serán llamados pentecostales"?
"Pentecostal", "Pentecostales", "Iglesia Pentecostal" e "Iglesias Pentecostales" no son nombres bíblicos. "Pentecostés" es un nombre encontrado en la Biblia para un "día", y no para un seguidor de Cristo o una iglesia. "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos" (Hechos 2:1). Se trata de un vocablo griego que significa "quincuagésimo", o sea, el día que hace el número cincuenta después de la pascua judía. "Pentecostés" es cuando los judíos celebraban cada año "la fiesta solemne de las semanas" (Deuteronomio 16:9-11). ¡Jamás fue usado el término, o algún derivado, como nombre para los cristianos o la iglesia! ¿Por qué tomarlo hoy día, ensalzarlo, pronunciarlo con orgullo, defenderlo con celo, regocijarse en él, incluirlo en pancartas, banderas o rótulos? La razón es evidente: para establecer una identidad particular que diferencia a sus partidarios de otros creyentes que no comparten sus interpretaciones, doctrinas y prácticas. El nombre "Pentecostal" distingue. El nombre "Pentecostal" identifica una clase particular de creyentes en Cristo. Por consiguiente, es nombre de una "división cristiana". A Dios no le agradan las "divisiones cristianas".
Ya que hay, en la actualidad, un número considerable de diferentes iglesias, concilios y movimientos que se denominan "Pentecostal", con justificación podemos representarlos todos como una" Confederación de Repúblicas Pentecostales". La componen la "Asamblea de Dios", la "Iglesia de Dios Pentecostal", el "Movimiento Misionero Mundial", la "Iglesia Universal de Jesucristo", la "Iglesia Defensores de la Fe" y un sin número de concilios, "ministerios", "movimientos" e iglesias pentecostales independientes adicionales, pues ¡el divisionismo entre los "pentecostales" es rampante en extremo! A propósito, si todos los pentecostales tienen el mismo Espíritu Santo, ¿cómo explicar tantas y tantas divisiones? ¿Está dividido el Espíritu Santo?
¿Proclaman los "pentecostales" algunas verdades bíblicas? Algunas, sí. Sin embargo, conforme a la "regla" enunciada anteriormente, su nombre religioso humano "pentecostal" es seguro indicio de doctrinas y prácticas erróneas. De hecho, a simple vista se evidencian algunos errores serios, comenzando con el nombre "pentecostal", el cual es, por naturaleza, sectario (partidista, divisionista), ya que no es bíblico. Centenares de millones de creyentes en Cristo no son "pentecostales", ni están dispuestos a unirse bajo los estandartes de las "Repúblicas Pentecostales" que componen la gran "Confederación Pentecostal". Rehúsan hacerlo por los errores, abusos y excesos que observan.
(A) Culto desordenado, alborotoso, de griterías, confusión de voces, desatinos, gestos y acciones frenéticas –todo en violación de las normas asentadas por el Espíritu Santo en textos tales como 1 Corintios 14:26-40 y Efesios 4:28.
(B) La práctica de hablar lenguas que llaman "angelicales" pero que son, en realidad, extáticas, o jerigonzas. Las hablan muchos a la vez, sin intérprete –todo en violación de las directrices claras establecidas por el Espíritu de Dios en 1 Corintios 14:1-28. Toman el nombre "pentecostal" porque piensan tener los mismos poderes sobrenaturales manifestados en "el día de Pentecostés", pero en Pentecostés los apóstoles, "hombres sin letras y del vulgo" (Hechos 4:13), hablaron, en el momento y sin haberlos aprendido, las lenguas (los idiomas) en que habían nacido los oyentes (Hechos 2:1-12), hazaña que ningún "pentecostal" haya podido igualar jamás.
(C) La mercadería rampante practicada por los "pentecostales" contradice la voluntad de Dios, quien advierte contra quienes "toman la piedad como fuente de ganancia" (1 Timoteo 6:5), "por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas" (2 Pedro 2:1-3), sirviendo a "sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos" (Romanos 16:18). La venta de artículos religiosos (discos, casetes, aceite, pañuelos ungidos) y de golosinas, jugos, frituras, etcétera.; las múltiples ofrendas pedidas con insistencia en sus reuniones, en campañas, en las calles, por radio y televisión, los diezmos que reclaman y exigen, son causa de severas denuncias y enormes escándalos. ¿No los castigará el Señor, como azotó a los mercaderes que encontró en el templo judío (Juan 2:13-17)? ¿En qué difieren?
De acuerdo con nuestras observaciones, una mayoría abrumadora de los "pentecostales" era católica romana antes de convertirse en "pentecostales". Saltaron de la "República Cristiana Católica Romana" al "pentecostalismo", convencidos de haber encontrado la verdad absoluta de Dios y de estar lo más cercano posible a Cristo. No contaban con amplios conocimientos del Nuevo Testamento y, por consiguiente, no disponían de los recursos espirituales necesarios para una evaluación acertada del pentecostalismo. El resultado desconcertante de estas circunstancias es el siguiente: los millones de almas que salieron del catolicismo romano para el pentecostalismo, ¡meramente cambiaron de una "República Cristiana" para otra! Aún no llegan al verdadero y único "reino de Dios". Todavía les queda una frontera para cruzar, a saber, la que separa a la gran "Confederación de Repúblicas Pentecostales" del universal "reino de Dios", donde reina el orden, se exige el dominio propio, no se permite el fanatismo que se desborda en locuras, se predica, se vive y se practica el evangelio puro entregado por el Espíritu Santo, llamándose "cristianos" todos los súbditos fieles, y no "pentecostales" o "avivados". Que se animen los "pentecostales" a salvar esta última frontera.
"República Cristiana Bautista"
"¡Yo soy bautista!" Pronunciado con orgullo y confianza. "Pertenezco a la Primera Iglesia Bautista de Carolina". ¿Asimismo se identificarán los "bautistas" en el Juicio Final? "Señor, te acuerdas de mí, ¿no? En la tierra yo era fiel bautista, y ganaba almas para la Iglesia Bautista." No podemos menos que pensar que quizás no reconozca el Señor el distintivo "bautista". ¿Acaso dijera él: "Edificaré mi Iglesia Bautista, y la congregación en Jerusalén será conocida como la Primera Iglesia Bautista de Jerusalén"? ¿O:"Mis discípulos serán llamados bautistas"?
Los discípulos del Señor jamás se llamaron "bautistas". ¿Por qué tomar millones de creyentes en Cristo del tiempo presente el nombre "bautista"? La razón es evidente: para establecer una identidad particular que diferencia a los partidarios "bautistas" de otros creyentes que no comparten las interpretaciones, doctrinas y prácticas de la Iglesia Bautista. El nombre "bautista" distingue. El nombre "bautista" identifica una clase particular de creyentes en Cristo. Por consiguiente, es nombre de una "división cristiana". A Dios no le agradan las "divisiones cristianas". La inmensa mayoría de los creyentes en Cristo no son "bautistas", ni quiere desplegar la bandera "bautista" ante la humanidad, por ser tan particular y comprometedor como la bandera de cualquier república o país secular de este mundo.
Tal y como indica la observación ya hecha, el nombre religioso humano "bautista" advierte desviaciones doctrinales. Al examinar la constitución (el credo, la Manual de Fe) de la Iglesia Bautista, no tardamos en descubrir algunas.
(A) Que la fe sola salva, o sea, que para alcanzar salvación el pecador, el único paso que debe dar es el de hacer "Profesión de fe". Pero, según el Espíritu de Dios, "la fe sin obras as muerta" (Santiago 2:14-26), y la fe que "vale algo" es "la fe que obra por amor" (Gálatas 5:6), o sea, que obedece. La doctrina bautista no armoniza con la doctrina bíblica sobre la fe y el plan divino de salvación.
(B) Que "una vez salvo, siempre salvo", es decir, que no es posible caer de la gracia, perdiendo la salvación. Pero, ¡bendito sea!, no será posible para los "cristianos bautistas", sin embargo, definitivamente, es posible para los "cristianos" sin otros distintivos, pues, según las Escrituras, algunos de estos recayeron para perdición. "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído" (Gálatas 5:4). La caída de los cristianos que cometen el "pecado de muerte" (1 Juan 5:16-17) es tan desastrosa que "es imposible que... sean otra vez renovados para arrepentimiento" (Hebreos 6:4-6). ¿Caen o no caen para perdición eterna? ¡Es "imposible" que se arrepientan!
(C) Que el bautismo en agua no es un paso esencial para recibir perdón. Curiosamente, a pesar de su nombre "Bautista", la "Iglesia Bautista" oficialmente repudia el bautismo en agua como necesario para la salvación del pecador. En cambio, Cristo y los apóstoles lo hacen un requisito. "El que creyere, y fuere bautizado, será salvo" (Marcos 16:16). "Bautícese, cada uno de vosotros... para perdón de los pecados" (Hechos 2:28; 22:16).
Querido (a) "bautista", le falta andar un trecho más y cruzar la frontera de su "República Bautista", para acercarse al verdadero "reino de Dios", y entrar. La constitución de su "República" dice que el bautismo en agua no es necesario, pero Cristo dijo: "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5). Los oficiales de su "República" bautizan a las personas para que sean admitidas a la "Iglesia Bautista", y tengan voz y voto. En cambio, los ministros competentes del Nuevo Pacto (2 Corintios 3:6) bautizan a las personas arrepentidas "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38), añadiendo Cristo mismo a los bautizados bíblicamente a su propia iglesia, y no a la "Iglesia Bautista". De acuerdo con estas consideraciones, se desprende que usted aún no ha entrado "en el reino de Dios". ¿Tiene el valor de bajar su estandarte "bautista", renunciar el nombre "bautista", abandonar los terrenos que ocupa la "República Bautista", cruzar la frontera, acercarse al "reino de Dios", obedecer las condiciones para "entrar en el reino de Dios", y entrando, tomar solo el nombre "cristiano"? ¡Ojala! ¡Ojala!
"República Cristiana Adventista del Séptimo Día"
"¡Yo soy adventista del séptimo día!" Expresado con orgullo y la seguridad de estar en lo verdadero. ¿Asimismo se identificarán los "adventistas" en el Juicio Final? "Señor, ¡cuánto me alegro verte cara a cara! Te conocí en la tierra en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y serví hasta la muerte como fiel adventista, aun ganando almas para nuestra amada Iglesia Adventista, la cual, ¿verdad que te acuerdas?, hacía infinidad de obras caritativas." Se nos estremece el corazón al pensar que quizás el Señor mire perplejo al "adventista", diciéndole: "Amigo (a), la iglesia que establecí en la tierra no se llamaba Adventista del Séptimo Día", ni se llamaban mis seguidores adventistas. ¿Por qué no te dedicaste a buscar mi iglesia? ¿Por qué no tomaste mi nombre? ¿Por qué te glorías en tu Iglesia Adventista del Séptimo Día?"
El nombre "adventista" distingue. El nombre "adventista" identifica una clase particular de creyentes en Cristo. Por consiguiente, es nombre de una "división cristiana". A Dios no le agradan las "divisiones cristianas".
"Iglesia Adventista del Séptimo Día." Este nombre religioso humano encierra dos errores doctrinales mayúsculos que la gran mayoría de los demás creyentes en Cristo repudian.
(A) Que se podía predecir con exactitud el segundo "advenimiento" de Cristo. El distintivo "Adventista" se deriva de "advenimiento". Históricamente, el "Adventismo del Séptimo Día" tiene sus raíces en la escatología de William Miller, predicador estadounidense quien predijo la segunda venida de Cristo para el año 1843, luego para el 1844. Tal cual decenas de miles de almas, la joven Elena White creyó las predicciones de William Miller. Estas fracasaron desastrosamente, pero Elena White seguía tejiendo interpretaciones en torno a textos proféticos, anunciando, después de unos años, que el Señor subió a su templo celestial en el año 1849. Ella fundó la "Iglesia Adventista". "Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo el Padre" (Mateo 24:36). Sin embargo, Miller y White fijaron tiempos, dando prueba, en el acto, de ser falsos profetas ambos.
(B) Que el séptimo día (sábado) hay que seguir guardándolo a pena de perdición eterna. El Espíritu Santo enseña todo lo contrario, explicando que la Antigua Ley de Moisés fue anulada, quitada de en medio y clavada en la cruz, incluso el cuarto mandamiento sobre guardar el séptimo día. "Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo" (Colosenses 2:14-16; 2 Corintios 3:6-17; Hebreos 7:12; 8:6-13). La profetisa White juzgaba, imponiendo el sábado, y sus adeptos en todo el mundo repiten el error.
Definitivamente, los "cristianos" sin otros nombres, no tenemos que guardar el séptimo día. En cambio, los" adventistas", sí, porque su ciudadanía espiritual está en la "República Cristiana Sectaria Adventista del Séptimo Día". Sabios se tendrán si rápido salen de aquellos territorios, sojuzgados a antiguas leyes abolidas, en busca del verdadero "reino de Dios", cuya constitución espiritual es "la perfecta ley, la de libertad" (Santiago 1:25), el Nuevo Testamento. Que no alberguen la ilusión de ser aprobados en el Día Final a pesar de su "evangelio diferente" (Gálatas 1:6-10), amparándose en sus "hospitales", "misiones médicas" y demás obras caritativas. "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús" (Colosenses 3:17), y como miembro fiel de la iglesia que lleva su nombre. ¿Es necesario observar que el nombre "adventista" o el nombre "Iglesia Adventista del Séptimo Día" no ensalza "el nombre del Señor Jesús"? Que salga todo "adventista" de su "República", yendo en busca del verdadero "reino de Dios", el cual no está lejos de ninguno que quisiera encontrarlo.
"República Cristiana Católica Romana"
"¡Yo soy católico (a) romano (a)!" Ningún religioso del cristianismo pronuncia su nombre espiritual con más orgullo y autoridad que el "católico" o la "católica". ¿Asimismo se identificarán los "católicos" en el Juicio Final, y con el mismo orgullo, la misma autoridad? "Señor, en la tierra yo fui fiel católico (a) romano (a) toda la vida. Iba a misa. Me confesaba. Comulgaba. Me sometía al Papa. Obedecía al padrecito de mi parroquia. No me olvidaba nunca del rosario. Tampoco de invocar a la Virgen Santísima o a mi santo favorito. Amaba mucho a mi iglesia católica, apostólica y romana. Merezco la vida eterna contigo." ¡Silencio! Quizás le siga esta confesión un silencio penoso y ominoso, pues si nos dejamos llevar solo por la Biblia, con razón podemos preguntar: ¿qué palabra de aprobación o de esperanza puede el Señor dirigir al alma que acaba de confesarse"católica durante toda su vida en la tierra"? En "el día postrero" toda alma, los católicos también, será juzgada por la palabra de Cristo (Juan 12:48-50), la cual se halla en su totalidad ("toda la verdad") en el Nuevo Testamento (Juan 16:13). Nadie será juzgado por el "catequismo católico", los edictos de "concilios ecuménicos" o los "dictámenes ex cátedra de los Papas romanos". Al escuchar el Señor los términos "católico, romano, misa, Papa, padrecito, parroquia, rosario, Virgen Santísima, santo favorito, confesarse (al sacerdote), comulgar y merecer", ¿qué palabra de aliento puede pronunciar?, ya que ninguno de ellos figura en el vocabulario espiritual suyo utilizado para dar a conocer su "buena voluntad... agradable y perfecta"en el Nuevo Pacto sellado con su sangre (Romanos 12:2; Mateo 26:26).
El nombre sencillo "cristiano", apropiado y poderoso, predata el apelativo de invención humana "católico romano". "Católico" significa "universal"; "romano" indica lo que pertenece a Roma. El verdadero "reino de Dios" es universal, es decir, Dios establece para todo el mundo un solo reino espiritual, la auténtica y legítima iglesia de Jesucristo, pero ¡su reino (iglesia) no pertenece a Roma! No es propiedad exclusiva del papado o de la jerarquía católica en Roma. "A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía" (Hechos 11:26). Que conste: ¡"católicos" no, sino "cristianos"! La distinción "católico romano" apareció mucho, mucho tiempo después cuando ya estaba en pleno desarrollo la gran "apostasía" predicha (2 Tesalonicenses 2:1-14).
El nombre "católico romano" distingue. El nombre "católico romano" identifica una clase particular de creyentes en Cristo. Por consiguiente, es nombre de una "división cristiana". A Dios no le agradan las "divisiones cristianas".
A continuación, anotamos algunos de los errores doctrinales que atañen al nombre religioso humano "católico romano".
(A) Nombrar a un hombre falible cabeza de la Iglesia, llamándolo "Papa", y dotándole de infalibilidad. Cristo es la única cabeza de su iglesia (Efesios 1:22,23), y ejerce autoridad sobre ella desde su trono en el cielo a través de la palabra infalible de los apóstoles y profetas (Mateo 28:18-20; Efesios 2:20-22). "No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos" (Mateo 23:9).
(B) Nombrar al obispado a hombres no casados. Todo obispo tiene que ser "marido de una sola mujer... que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)" (1 Timoteo 3:1-7).
(C) Rezar, invocando a la "Virgen Maria" como mediadora, "Madre de Dios", "Reina del cielo". Porque hay ‘un solo mediador... Jesucristo" (1 Timoteo 2:4).
(D) Valerse de imágenes, de "santos" muertos, de reliquias, de ostiarios, etcétera, para acercarse a Dios. "Dios... no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres. ... No debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, o escultura de arte y de imaginación de hombres (Hechos 17:28-30).
(E) Bautizar a infantes por aspersión. El bautismo verdadero es por inmersión (Romanos 6:3-5), y para personas capaces de entenderlo y pedirlo (Hechos 8:12).
El Señor llama a todo "católico" a pasar de su "República Romana" directamente al verdadero "reino de Dios" universal, sin desviarse por otras "Repúblicas" tales como la "Pentecostal" o la "Adventista". Tal vez no sea fácil renunciar las tradiciones y la cultura religiosa tenidas por únicas y verdaderas por muchos años, pero es muy necesario el paso para entrar, mediante nacer de agua (sumergirse en agua) y del Espíritu en el "reino de Dios" (Juan 3:1-8).
Visión del Glorioso Reino Universal de Dios
Pese a los obstáculos y las trabas que impone su situación, muchas almas que moran en las "Repúblicas Sectarias" empiezan, por medio de su propio estudio de las Escrituras, o guiadas por algún (a) embajador (a) "en nombre de Cristo" (2 Corintios 5:20; 6:1), a captar una visión más clara del espléndido "reino de Dios". Al leer, meditar y orar, crece su conocimiento, y con los ojos del entendimiento (el raciocinio) miran más allá de las fronteras de sus "Repúblicas", anhelando liberarse. Entre estos, nofaltan quienes se marchan, y salvan las fronteras sectarias, valerosamente yendo al encuentro del "reino espiritual maravilloso" de sus estudios bíblicos. ¿Lealtad a su "República Sectaria"? ¿Vestir el uniforme y enseñar su insignia con orgullo? ¿Obrar y pelear baja su bandera partidista? ¿Defender can pasión, celosamente, su nombre y su credo? !Ya no! ¡Ya no! ¡Mejor abandonar todo aquello, cruzar las fronteras sectarias y rogar al Señor de señores permiso para morar, como simple "cristiano", en el "reino de Dios". Estimado (a) lector (a), que se añada usted a los que Cristo recibe, con alegría, en su reino.
¡Llegado (a) al Reino Universal de Jesucristo!
Llegado (a), y estando a salvo en el "reino de Dios", desde este momento en adelante se identificará como" cristiano (a)". Aquí, en este reino santo, ninguna alma se aplica otros nombres espirituales, pues todos son leales súbditos del Rey, y llevan solo su Nombre. Los que llegan hasta aquí dejaron atrás, allá muy lejos, títulos, rangos, vestiduras pomposas, credos, dogmas, manuales, catecismos y todo artefacto religioso de fabricación humana. Aquí, tan cerca del Señor, todos tienen una sola fe, y hay una sola esperanza, un solo bautismo, formando todos un solo cuerpo. ¡Todos hablan una misma cosa! Aquí, en la misma presencia del Cordero de Dios, las grandes multitudes de salvos alaban a una voz, adorando "en espíritu y en verdad". Aquí, delante del Dios de Paz, lejos de las "Tierras de las Repúblicas Sectarias", no se oyen griterías, ni confusión de muchas voces; tampoco hay agitaciones ni desórdenes. Compostura, serenidad, gran disciplina, especial gracia, porte noble y excepcional madurez son las características observadas, tanta en los hombres como en las damas, y aun en los jóvenes, que pertenecen al "Reino Verdadero de Cristo y de Dios". Aquí, tan cerca del Cielo, no alcanzan las voces estridentes y escandalosas de los que mercadean con la religión, compitiendo carnalmente para mantener sus "Repúblicas Sectarias". Aquí, todo es amor, unidad, igualdad, paz, comunión, libertad. Desde aquí, ya muy cerca a la Gloria Celestial, el Señor se llevará a todos los fieles a su "Tierra Nueva con Cielos Nuevos"! Los siguientes textos bíblicos confirman esta representación del "reino de Dios": Efesios 4:1-6; 2:1 1~16; 1 Corintios 1:10-13; Romanos 15:5,6; Juan 4:24.
¡Todos para el Reino Verdadero!
Todo aquel que cree por medio de oír el evangelio (Romanos 10:17), se arrepiente de sus pecadas (Hechos 17:30-31), confiesa el nombre de Cristo (Hechos 8:35-39), se zambulle en agua "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38,41) y persevera "en la doctrina de los apóstoles, en la comunión... y el partimiento del pan y en las oraciones" (Hechos 2:42), tiene derecho al nombre "cristiano". Su deber es ser añadido a una congregación donde todos las miembros también se llaman "cristianos", consagrándose a la vida de santidad y buenas obras. De no haber una congregación donde reside, lo indicado es establecer una.
¡Que lleguen todos los creyentes sinceros al único "Reino verdadero de Dios y de Cristo"! ¡Que se unan como uno solo! Que prediquen, declaren y testifiquen el "reino", persuadiendo acerca de Jesús, tal cual hicieron los apóstoles, para que a cada alma salva le sea "otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 1:11).
¿Desea usted, querido (a) lector (a), ser "cristiano (a)", nada más? ¿Quiere hacer la travesía, por ardua que sea, que conduce al "reino de Dios"? Cuente con nuestro respaldo.
Monday, July 7, 2008
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