“Hola. Somos de Paraguay y estamos ante una duda aparentemente tonta. Por eso pedimos las debidas disculpas si le parece absurda nuestra pregunta que surgió con algunos evangelizadores y salió la siguiente interrogante: ¿está permitido jugar fútbol para un cristiano? Eso es todo lo que queremos saber. Por favor, si podrían respondernos.”
Meditaciones al respecto.
Mi parecer personal es que al cristiano le está permitido jugar fútbol, siempre y cuando…
1. No se obsesione con el juego, descuidando la vida espiritual.
2. Dé prioridad a la obra del Señor, y no al deporte.
3. No falte a las reuniones y actividades de la iglesia, prefiriendo estar en el campo de jugar.
4. Haga resaltar sus atributos de cristiano tanto en los juegos como entre los jugadores.
a) Que sea todo un caballero todo el tiempo.
b) Que practique el dominio propio, no airándose, maldiciendo, peleando, tomando bebidas embriagantes o coqueteando con mujeres fatuas.
c) Que no haga trampas.
d) Que no haga apuestas.
e) En fin, que sea buen ejemplo para los demás jugadores.
5. Que no prefiera la amistad y el compañerismo de los jugadores a la amistad y el compañerismo de los cristianos en la comunidad de la iglesia. “Prefiriéndonos los unos a los otros” (Romanos 12:10).
El apóstol Pablo alude, en varios escritos suyos, a los juegos y deportes de su época, haciendo aplicaciones espirituales.
1. “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:24-27).
2. “Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente” (2 Timoteo 2:5).
-Aplicado a la vida espiritual, el punto importantísimo es que el cristiano no será coronado de inmortalidad si no lucha conforme a las reglas del Nuevo Testamento.
-El fútbol, ¿hay reglas para jugarlo correctamente? Pues, hay reglas para la lucha cristiana. ¿Dónde encontrarlas? En el manual de la lucha cristiana, a saber, la Biblia, en particular, el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento era el manual de lucha espiritual para los israelitas. Las reglas para el cristiano son diferentes, apuntadas estas detalladamente en el Nuevo Testamento.
-En su iglesia, ¿se “lucha legítimamente”? ¿Acaso se lucha conforme a reglas arbitrarias y particulares establecidas por autoridades locales, y solo para la iglesia o concilio local?
-Las reglas para el fútbol, ¿son las mismas en todo el mundo? Al jugar los equipos de Paraguay en Argentina, Chile, Brasil, España, Italia o Alemania, ¿rigen las mismas reglas? ¡Desde luego que sí! Igualmente, en el ámbito espiritual, hay un solo manual universal para toda carrera o lucha cristiana, aplicable en todo lugar. Ese manual es el Nuevo Testamento.
-Hago hincapié en este punto tan fundamental y fácil de entender por que muchos cristianos corren y luchan como si Dios no hubiera asentado reglas. No faltan quienes desprecien abiertamente las reglas divinas, aun mofándose de “la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1), diciendo que la doctrina no importa, que solo importa correr o luchar y que cada uno lo haga como mejor le parezca. ¿Así se juega el fútbol? ¿Juega cada atleta a su antojo, conforme a sus propias reglas, desechando al manual como irrelevante?
-Los falsos profetas de Israel corrían, pero, fíjese, Jehová dice que “la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta” (Jeremías 23:10).
-Las referencias del apóstol Pablo a los juegos de su época no significan, pienso, que aquel varón frecuentara los coliseos a través del Imperio Romano, o que fuera aficionado de los deportes, ni mucho menos fanático.
-La vida de no pocos ciudadanos y habitantes del Imperio Romano giraba en torno a los juegos en los coliseos, siendo sumamente violentos, sangrientos y crueles muchos de los deportes populares de aquel tiempo. A esto la historia testifica ampliamente.
-No así la vida del cristiano. El “reino de Dios” y la carrera o lucha espiritual ocupaban la atención, el tiempo y las energías del cristiano maduro. No disfrutaría de juegos sangrientos y crueles. Aun los juegos sanos serían para él una diversión momentánea y pasajera. El tiempo lo habría de aprovechar sabiamente, apartando un espacio no excesivamente grande para sanas diversiones.
-A la verdad, al madurar más y más el cristiano, aun las diversiones sanas le llaman cada vez menos la atención. Así observo. Cada vez más, le llena y satisface la carrera o lucha espiritual. Trofeos o coronas materiales, ¿qué valor permanente tienen? Son corruptibles. Lo verdaderamente importante es vivir la vida en Cristo de tal manera como para decir juntamente con Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8).
Pues, victoria en Cristo le desea este atleta espiritual, H. Shappley de Álamo.
PS Para participar legítimamente en cualquier deporte, es preciso matricularse de acuerdo con las reglas. Los pasos para matricularse en la carrera espiritual son (1) creer en Cristo, confesando su nombre, (2) despojarse de todo pecado, arrepintiéndose, y (3) bautizarse (sumergirse) en agua "para perdón de los pecados" (Marcos 16:16; Hechos 2:38; 22:16). Curiosa y lamentablemente, muchos corren en el nombre de Cristo, ¡sin haber llenado los requisitos para matricularse!
Tuesday, July 8, 2008
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